Una fina lluvia envuelve la tarde mientras la mortecina luz anuncia que el día está apunto de terminar. Nguyên, el conductor del cyclo pousse, me conduce por el barrio francés de la capital. De semblante serio, apenas cruzamos palabras, se limite a pedalear de manera pausada, sin prisa, mimetizado con el paisaje que nos rodea. Cansado tras un día agotador y también poco hablador, me limito a observar y fotografiar desde esta privilegiada atalaya los personajes y la vida cotidiana que pasan ante mis ojos a golpe de pedal y parece atrapada en otro tiempo y otra época.